Los domingos lluviosos son para hojear revistas desde el sofá. Y los días de playa también. Creo que los trayectos, tanto largos como cortos, están para enriquecerlos con una revista entre las manos, y que pasearse por la tienda de revistas del aeropuerto mientras esperamos a que abran las puertas de embarque, es un ritual inevitable (menos cuando hemos llegado por los pelos).
Algo tiene la palabra impresa, el brillo de las fotografías y la fragancia del papel. O más bien podría decir que algo no tiene: no tiene mensajes de cookies ni ventanas emergentes, por ejemplo. Sin estos ingredientes digitales, entre muchos otros, las revistas impresas suponen un pequeño oasis donde nos aseguramos una lectura tranquila sin un brillo directo que nos ilumina la cara, ni nos vamos a distraer con las burbujas de WhatsApp. Antes de que parezca irónico escribir esto en una publicación online, cabe señalar que el contenido que se ofrece en la versión online frente a la impresa, es diferente y, sobre todo, complementaria. Gracias a que estas dos formas de ofrecer información y entretenimiento coexisten, las cabeceras pueden cubrir todos los posibles vacíos sobre los distintos géneros y categorías.

Pero las cifras de ventas de estos últimos 10 años nos desvelan que la accesibilidad e inmediatez de los medios online ha desembocado en el cierre de revistas impresas. Tal vez ese sentimiento nostálgico que produce el cierre de nuestras revistas favoritas, fue lo que le llevó a Ben Stiller a dirigir y protagonizar La vida secreta de Walter Mitty (un homenaje al cierre de la revista LIFE impresa) o a Wes Anderson imaginar el cierre de una revista (inspirándose en The New Yorker) en La crónica francesa.
Son muchas las revistas que nos acompañan desde la adolescencia hasta la madurez, saltando de cabecera en cabecera. Pero hay un factor que siempre permanece: el quiosco de nuestro barrio. Eso sí, si es de los que ha conseguido permanecer durante esta dura década, y más con la pandemia por medio… Pues según la Asociación de Vendedores Profesionales de Prensa de Madrid (AVPPM) durante esta última década la capital ha tenido que ver cómo la cifra de quioscos se reducía a más de la mitad (de 800 a menos de 400).
Cada mes, acercarse a al quiosco para ver las diferentes portadas es una costumbre que nunca debería ir teñida de nostalgia. Y este cambio de rumbo es lo que precisamente GoodNews está consiguiendo: «Un grupo de amigos de Barcelona decidió emprender la misión de volver a llenar los barrios de buen rollo» cuentan desde su web. «Y para conseguirlo, este grupo de jóvenes transformó un quiosco de prensa de la ciudad de Barcelona, le puso el nombre de GoodNews, y empezaron a servir cafés con descuento a cambio de que los clientes les contasen algo bueno que les hubiera sucedido los últimos días». 9 locales en Barcelona y 4 en Madrid demuestran que a pesar de estos caóticos 2020 y 2021 que dejamos atrás, las buenas ideas (y las buenas palabras) siguen dando su fruto.